Introducción a enlaces químicos
En el presente trabajo se han desarrollado puntos importantes de la
química, en este caso acerca de los enlaces químicos; primero se debe tomar en
cuenta que enlace significa unión, un enlace químico es la unión de dos o más
átomos que se han unido con un solo fin, alcanzar la estabilidad, del mismo
modo, como la fuerza de unión que existe entre dos átomos, cualquiera que
sea su naturaleza, debido a la transferencia total o parcial de electrones para
adquirir ambos la configuración electrónica estable correspondiente a los gases
inerte; y formar moléculas estables. En este sentido, el trabajo antes
descrito, se ha realizado con el fin de apreciar de una mejor manera el tema en
cuestión y servir de apoyo a trabajos posteriores que tengan relación.
El enlace químico es la fuerza
entre los átomos que los mantiene unidos en las moléculas. Cuando dos o más
átomos se acercan lo suficiente, se puede producir una fuerza de atracción
entre los electrones de los átomos individuales y el núcleo de otro u otros
átomos. Si esta fuerza es lo suficientemente grande para mantener unidos los
átomos, se dice que se ha formado un enlace químico. Todos los enlaces químicos
resultan de la atracción simultánea de uno o más electrones por más de un
núcleo. es el proceso químico responsable
de las interacciones atractivas entre átomos y moléculas, y que confiere estabilidad a los compuestos químicos diatómicos
y poliatómicos. La explicación de tales fuerzas atractivas es un área compleja
que está descrita por las leyes de la química cuántica.
Sin embargo, en la práctica,
los químicos suelen apoyarse en la fisicoquímica o en descripciones
cualitativas que son menos rigurosas, pero más sencillas en su propia
descripción del enlace químico (ver valencia). En
general, el enlace químico fuerte está asociado con la compartición o
transferencia de electrones entre
los átomos participantes. Las moléculas, cristales, y gases diatómicos -o sea la mayor
parte del ambiente físico que nos rodea- está unido por enlaces químicos, que
determinan las propiedades físicas y químicas de
la materia.
Si los átomos enlazados son elementos metálicos, el enlace se llama metálico. Los electrones son compartidos por los átomos, pero se pueden mover atreves del solido proporcionado conductividad térmica y eléctrica, brillo, maleabilidad y ductilidad.
Concepto de enlace químico
Los enlaces
químicos (determinados por la manera en la cual se comportan los
electrones), dentro de la física, son fuerzas que
permiten la unión de los átomos, para constituir
moléculas, que poseen mayor estabilidad; dos átomos ligados a través de alguno
de estos enlaces, conforman una molécula. La mayoría de los átomos logra ser
considerado estable, cuando posee ocho electrones en su último nivel energético
(regla del octeto).
En los enlacen químicos tienen
gran influencia el estado de oxidación y la electronegatividad de los elementos
que van a unirse. El estado de oxidación indica la carga eléctrica del ión
(átomo cargado eléctricamente), que puede ser positiva (catión) o negativa (anión);
y expresa el comportamiento de los electrones en las uniones químicas. La
electronegatividad es la fuerza que posee cada
átomo, para atraer los electrones del mismo, y de otros átomos; esto define en
gran medida el tipo de enlace que se formará
entre dos átomos determinados.
Existen
diferentes tipos de enlaces químicos; entre ellos encontramos a:
los enlaces covalentes y los enlaces iónicos
(enlaces fuertes), y los puentes de hidrógeno y las fuerzas de
Van der Waals (enlaces débiles).
En
los enlaces covalentes, que son fuertes y estables, se comparten uno o más
pares de electrones (hallados en el último orbital del átomo) entre dos o más
átomos, de elementos no metales.
Los enlaces
iónicos se caracterizan por la transferencia de electrones entre elementos
metales y no metales; el metal tiende a ceder electrones, mientras que el no
metal tiende a ganar electrones.
Los enlaces
mediante puentes de hidrógeno son débiles, no obstante, cuando se forman
muchos de estos enlaces, adquieren una fuerza mayor, y logran tener una
influencia notoria en las sustancias, respecto de su estructura y propiedades. Los enlaces por
puentes de hidrógeno se forman por la unión entre un átomo electronegativo y un
hidrógeno, unido de manera covalente a otro átomo electronegativo distinto.
Las fuerzas
de Van der Waals son un tipo de enlace químico débil y breve (pero
aditivo), que surge entre átomos (de moléculas no polares) que se encuentran
cerca unos de otros, y son útiles para el mantenimiento de las estructuras de
diversas sustancias valiosas.
Clasificación de los enlaces químicos
Existen tres tipos principales de enlaces químicos: enlace iónico, enlace
covalente y enlace metálico. Estos enlaces, al condicionar las propiedades de
las sustancias que los presentan, permiten clasificarlas en: iónicas,
covalentes y metálicas o metales.
Enlace Iónico:
Este enlace se produce cuando átomos de elementos metálicos (especialmente los situados más a la izquierda en la tabla periódica -períodos 1, 2 y 3) se encuentran con átomos no metálicos (los elementos situados a la derecha en la tabla periódica -especialmente los períodos 16 y 17).
En este caso los átomos del metal ceden electrones a los átomos del no metal, transformándose en iones positivos y negativos, respectivamente. Al formarse iones de carga opuesta éstos se atraen por fuerzas eléctricas intensas, quedando fuertemente unidos y dando lugar a un compuesto iónico. Estas fuerzas eléctricas las llamamos enlaces iónicos.
Ejemplo: La sal común se forma cuando los átomos del gas cloro se ponen en contacto con los átomos del metal sodio.
Enlace Covalente:
Los enlaces covalentes son las fuerzas que mantienen unidos entre sí los átomos no metálicos (los elementos situados a la derecha en la tabla periódica -C, O, F, Cl, ...).
Estos átomos tienen muchos electrones en su nivel más externo (electrones de valencia) y tienen tendencia a ganar electrones más que a cederlos, para adquirir la estabilidad de la estructura electrónica de gas noble. Por tanto, los átomos no metálicos no pueden cederse electrones entre sí para formar iones de signo opuesto.
En este caso el enlace se forma al compartir un par de electrones entre los dos átomos, uno procedente de cada átomo. El par de electrones compartido es común a los dos átomos y los mantiene unidos, de manera que ambos adquieren la estructura electrónica de gas noble. Se forman así habitualmente moléculas: pequeños grupos de átomos unidos entre sí por enlaces covalentes.
Ejemplo: El gas cloro está formado por moléculas, Cl2, en las que dos átomos de cloro se hallan unidos por un enlace covalente.
Enlace Metálico:
Para explicar las propiedades características de los metales (su alta conductividad eléctrica y térmica, ductilidad y maleabilidad, ...) se ha elaborado un modelo de enlace metálico conocido como modelo de la nube o del mar de electrones:
Los átomos de los metales tienen pocos electrones en su última capa, por lo general 1, 2 ó 3. Éstos átomos pierden fácilmente esos electrones (electrones de valencia) y se convierten en iones positivos, por ejemplo Na+, Cu2+, Mg2+. Los iones positivos resultantes se ordenan en el espacio formando la red metálica. Los electrones de valencia desprendidos de los átomos forman una nube de electrones que puede desplazarse a través de toda la red. De este modo todo el conjunto de los iones positivos del metal queda unido mediante la nube de electrones con carga negativa que los envuelve.
Enlace Iónico:
Este enlace se produce cuando átomos de elementos metálicos (especialmente los situados más a la izquierda en la tabla periódica -períodos 1, 2 y 3) se encuentran con átomos no metálicos (los elementos situados a la derecha en la tabla periódica -especialmente los períodos 16 y 17).
En este caso los átomos del metal ceden electrones a los átomos del no metal, transformándose en iones positivos y negativos, respectivamente. Al formarse iones de carga opuesta éstos se atraen por fuerzas eléctricas intensas, quedando fuertemente unidos y dando lugar a un compuesto iónico. Estas fuerzas eléctricas las llamamos enlaces iónicos.
Ejemplo: La sal común se forma cuando los átomos del gas cloro se ponen en contacto con los átomos del metal sodio.
Enlace Covalente:
Los enlaces covalentes son las fuerzas que mantienen unidos entre sí los átomos no metálicos (los elementos situados a la derecha en la tabla periódica -C, O, F, Cl, ...).
Estos átomos tienen muchos electrones en su nivel más externo (electrones de valencia) y tienen tendencia a ganar electrones más que a cederlos, para adquirir la estabilidad de la estructura electrónica de gas noble. Por tanto, los átomos no metálicos no pueden cederse electrones entre sí para formar iones de signo opuesto.
En este caso el enlace se forma al compartir un par de electrones entre los dos átomos, uno procedente de cada átomo. El par de electrones compartido es común a los dos átomos y los mantiene unidos, de manera que ambos adquieren la estructura electrónica de gas noble. Se forman así habitualmente moléculas: pequeños grupos de átomos unidos entre sí por enlaces covalentes.
Ejemplo: El gas cloro está formado por moléculas, Cl2, en las que dos átomos de cloro se hallan unidos por un enlace covalente.
Enlace Metálico:
Para explicar las propiedades características de los metales (su alta conductividad eléctrica y térmica, ductilidad y maleabilidad, ...) se ha elaborado un modelo de enlace metálico conocido como modelo de la nube o del mar de electrones:
Los átomos de los metales tienen pocos electrones en su última capa, por lo general 1, 2 ó 3. Éstos átomos pierden fácilmente esos electrones (electrones de valencia) y se convierten en iones positivos, por ejemplo Na+, Cu2+, Mg2+. Los iones positivos resultantes se ordenan en el espacio formando la red metálica. Los electrones de valencia desprendidos de los átomos forman una nube de electrones que puede desplazarse a través de toda la red. De este modo todo el conjunto de los iones positivos del metal queda unido mediante la nube de electrones con carga negativa que los envuelve.
Fuerzas
intermoleculares
Dentro de una
molécula, los átomos están unidos mediante fuerzas
intermoleculares (enlaces iónicos, metálicos o covalentes,
principalmente). Estas son las fuerzas que se deben vencer para que se
produzca un cambio químico. Son estas fuerzas, por tanto, las
que determinan las propiedades químicas de las sustancias.
Sin embargo
existen otras fuerzas intermoleculares que actúan sobre distintas
moléculas o iones y que hacen que éstos se atraigan o se repelan. Estas
fuerzas son las que determinan las propiedades físicas de las
sustancias como, por ejemplo, el estado de agregación, el punto de fusión y
de ebullición, la solubilidad, la tensión superficial, la densidad, etc.
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Aplicaciones y limitaciones de la Regla del Octeto
Esta regla
establece que al formarse un enlace químico los átomos ganan, pierden o
comparten electrones para lograr una estructura electrónica estable similar a
la de un gas noble. En general, podemos aceptar esta regla para los átomos
que están a distancia de cuatro o menos números atómicos de un gas raro.
Muchos otros átomos no siguen la regla del octeto y contienen seis, diez o
hasta catorce electrones. La Regla
del octeto, enunciada en1917por Gilbert Newton Lewis, dice que la
tendencia de los átomos de los elementos del sistema periódico es completar sus
últimos niveles de energía con una cantidad de 8electronesde forma tal que
adquiere una configuración muy estable. Esta configuración es semejante a la de
un gas noble, los elementos ubicados al extremo derecho de la tabla periódica.
Los gases nobles son elementos electro químicamente estables, ya que cumplen
con la estructura de Lewis, son inertes, es decir que es muy difícil que
reaccionen con algún otro elemento. Esta regla es aplicable para la
creación de enlaces entre los átomos, la naturaleza de estos enlaces
determinará el comportamiento y las propiedades de las moléculas. Estas
propiedades dependerán por tanto del tipo de enlace, del número de enlaces
por átomo, y de las fuerzas intermoleculares
La regla del
octeto funciona principalmente para los elementos del segundo periodo de la
tabla periódica. Estos elementos solo tienen subniveles 2s 2p, los cuales
pueden contener un total de ocho electrones. Cuando un átomo de uno de estos
elementos forman un compuesto covalente, pueden obtener la configuración
electrónica de gas noble [Ne] al compartir electrones con otros átomos del
mismo compuesto.
Limitaciones del
las reglas de octeto para las formulas de Lewis.
Las formulas de
Lewis normalmente no se escriben para compuestos que contienen metales de
transición d y f. los metales de transición d y f utilizan en el enlace
orbítales s y p.
1.- La mayoría
de los compuestos covalentes del berilio, Be. Debido a que Be contiene solo dos
electrones en la capa de valencia, habitualmente forma solo dos enlaces
covalentes cuando se enlaza con otros dos átomos. Por lo tanto se usa cuatro
electrones como el número necesario para Be en la etapa 2, en la etapa 5 y 6 se
usa solo dos pares de electrones para Be.
2.- La mayoría
de los compuestos covalentes de los elementos del Grupo IIIA, especialmente
boro, B. Estos elementos contienen solo tres electrones en la capa de valencia,
así que a menudo forman tres enlaces covalentes cuando se enlazan a otros tres
átomos. Por lo tanto, se usa seis electrones como el número necesario para los
elementos IIIA contiene solo tres electrones en la etapa 2; y en las etapas 5 y
6 se usa solo tres pares de electrones para los elementos IIIA.
3.- Los
compuestos o iones que contienen un número impar de electrones ejemplos son NO,
con 11 electrones en la capa de valencia, y NO2, con 17 electrones en la capa
de valencia.
4.- Compuestos o
iones en los que el elemento central necesita más de ocho electrones en la capa
de valencia para mantener todos los electrones disponibles, D. cuando uno se
encuentra con esto, se añaden las reglas extra a las etapas 4 y 6.
Etapa 4a: si C,
el numero de electrones compartidos, es menor que el número necesario para
enlazar todos los átomos al átomo central, entonces C se aumenta el número de
electrones necesario.
Etapa 6a: si C
debe aumentarse en la etapa 4a, entonces los octetos de todos los átomos
podrían satisfacerse antes de que todos los electrones D hayan sido añadidos.
Colocar los electrones extra sobre el elemento central..
Enlace Covalente
Un enlace
covalente entre dos átomos o grupos de átomos se produce cuando estos,
para alcanzar el octeto estable, comparten electrones del último nivel.1 La diferencia de
electronegatividades entre los átomos no es suficiente
De esta forma, los dos átomos
comparten uno o más pares electrónicos en un nuevo tipo de
orbital, denominado orbital molecular. Los enlaces covalentes se
suelen producir entre elementos gaseosos o no metales.
El Enlace Covalente se
presenta cuando dos átomos comparten electrones para estabilizar la unión.
A diferencia de lo que pasa en
un enlace iónico, en
donde se produce la transferencia de electrones de un átomo a otro; en el
enlace covalente, los electrones de enlace son compartidos por ambos átomos. En
el enlace covalente, los dos átomos no metálicos comparten uno o más
electrones, es decir se unen a través de sus electrones en el último orbital,
el cual depende del número atómico en
cuestión. Entre los dos átomos pueden compartirse uno, dos o tres pares de
electrones, lo cual dará lugar a la formación de un enlace simple, doble o
triple respectivamente. En la representación de Lewis,
estos enlaces pueden representarse por una pequeña línea entre los átomos.
Considérense átomos de hidrógeno, a medida que se aproximan entre sí, se
van haciendo notar las fuerzas que atraen a cada electrónal núcleo del otro átomo, hasta que
dichas fuerzas de atracción se llegan a compensar con la repulsión que los
electrones sienten entre sí. En ese punto, la molécula presenta la
configuración más estable.
Lo que ha sucedido es que
los orbitales de
ambos electrones se han traslapado, de modo que ahora es imposible distinguir a
qué átomo pertenece cada uno de los electrones.
Sin embargo, cuando los átomos
son distintos, los electrones compartidos no serán atraídos por igual, de modo
que estos tenderán a aproximarse hacia el átomo más electronegativo,
es decir, aquel que tenga una mayor apetencia de electrones. Este fenómeno se
denomina polaridad (los
átomos con mayor electronegatividad obtienen una polaridad más negativa,
atrayendo los electrones compartidos hacia su núcleo), y resulta en un
desplazamiento de las cargas dentro de la molécula.
Se podría decir que al átomo
más electronegativo no le gusta mucho compartir sus electrones con los demás
átomos, y en el caso más extremo, deseará que el electrón le sea cedido sin
condiciones formándose entonces un enlace iónico, de ahí que se diga que los
enlaces covalentes polares tienen, en alguna medida, carácter iónico.
Teorías para
explicar el enlace covalente y sus alcances
En la actualidad existen dos
teorías para explicar el enlace covalente: la Teoría del Enlace de
Valencia y la Teoría de Orbitales Moleculares. Es preciso hacer notar que
ninguna de las dos teorías es "mejor" que la otra, y que cada una de
ellas puede ser más adecuada en función del parámetro, del cálculo o de la
propiedad que se esté estudiando. Así, por ejemplo, si se trata de determinar
la geometría molecular o la energía de disociación, propiedades del estado
fundamental de la molécula, es más conveniente emplear la Teoría del Enlace de
Valencia. En cambio, si se trata de explicar las propiedades espectroscópicas,
es preferible emplear la Teoría de Orbitales Moleculares. En realidad ambas
teorías son incluso complementarias, hasta tal punto que no utilizar ambas
supondría limitar las herramientas disponibles para el estudio del enlace.
La teoría del
enlace de valencia
La superación
del modelo de Bohr y el desarrollo del modelo atómico de la mecánica cuántica
tuvo una clara repercusión en las ideas sobre el enlace químico en general y
sobre el covalente en particular. Uno de los enfoques mecano cuántico del
enlace covalente se conoce como teoría del enlace de valencia y permite
comprender en términos no sólo de energías, sino también de fuerzas, el
fenómeno del enlace entre átomos. La formación del enlace covalente simple
tiene lugar cuando los orbitales correspondientes a dos electrones desapareados
de átomos diferentes se superponen o solapan, dando lugar a una región común en
la cual los dos electrones con espines opuestos, tal y como exige el principio
de exclusión de Pauli, ocupan un mismo orbital. Ese par compartido constituye
el elemento de enlace entre los dos átomos. Así, por ejemplo, cuando dos átomos
de H se aproximan suficientemente, existe una disposición en la cual sus nubes
electrónicas están parcialmente solapadas y para la que la energía potencial
del conjunto es mínima, constituyendo, pues, una situación de enlace. En
términos electrónicos puede afirmarse que el orbital 1s de cada átomo de
hidrógeno, semiocupado por su electrón correspondiente, es completado por el
electrón del otro átomo de hidrógeno. Los dos electrones con espines opuestos
de este par, son atraídos entonces por cada uno de los núcleos, constituyendo
el par de enlace. La existencia de este par común es lo que determina que los
núcleos estén ligados entre sí con las limitaciones que, en cuanto a
proximidad, imponen las fuerzas de repulsión nuclear. La primitiva idea de
comparación de electrones de Lewis sigue, de algún modo, presente en la teoría
del enlace de valencia, aunque se abandona la regla del octete y se sustituye
por la condición de que dos electrones desapareados puedan ocupar un mismo
orbital. El número de enlaces covalentes posible depende, entonces, del número
de electrones desapareados presentes en el átomo correspondiente o en algún
estado excitado previo a la formación de la molécula.
La Teoría de
Orbitales Moleculares (T.O.M.) es la segunda aproximación al estudio del enlace
covalente, y la más ampliamente empleada para explicar la estructura y la
geometría de muchos sólidos inorgánicos. El punto de partida consiste en asumir
que si los dos núcleos implicados en el enlace se ubican a la distancia de
equilibrio, los electrones se alojarán no en orbitales atómicos de cada
elemento, sino en orbitales moleculares, que son análogos a los atómicos, y que
presentan características similares, como se verá más adelante. Esta analogía
es de tal grado que al igual que ocurría con los átomos polielectrónicos, no es
posible resolver la ecuación de Schrödinger de forma exacta para la molécula, y
de nuevo hay que recurrir a métodos aproximados para conocer la forma de las
funciones de onda que representen los mencionados orbitales moleculares. Uno de
los métodos más empleados es el que hace uso de las Combinaciones Lineales de
Orbitales Atómicos (CLOA). Esta aproximación puede entenderse de forma simple
si se piensa que cuando un electrón esté cerca de uno de los núcleos, es decir,
cuando esté “controlado” por un núcleo, su función de onda será muy similar a
la de un orbital atómico. Los orbitales moleculares de la molécula de H2 se
obtienen de forma aproximada mediante la combinación lineal de los orbitales
atómicos 1s de cada átomo de hidrógeno. Únicamente se pueden escribir dos
combinaciones lineales:
Ψ+ = cAφA +cBφB
Ψ- = cAφA – cBφB
Ψ- = cAφA – cBφB
Teorías del Enlace de Valencia
La teoría del enlace de valencia intenta explicar cómo dos átomos
se enlazan entre sí, buscando así presentar una interpretación satisfactoria
para los enlaces covalentes.
En esta teoría
lo que está incluido es la combinación de dos orbitales atómicos de dos átomos distintos.
Siendo así, se busca estudiar y explicar cómo es que se da un
enlace covalente. Actualmente hay diversos modelos y teorías que explican un
enlace covalente, sin embargo históricamente esta fue la primer teoría en hacer
esto.
Es importante
recordar que esta teoría concuerda con los conceptos y teorías anteriores,
aceptados hasta entonces. Una de estas teorías afirmaba que los electrones que
participaban de enlaces están en la capa más externa del átomo. Se trata por
tanto, de los electrones de valencia.
La pregunta
ahora es, ¿cómo es que los electrones logran mantener dos átomos unidos?
La respuesta a
esa pregunta vino de la interpretación matemática de los orbitales atómicos,
que indicaban la posibilidad de combinarse formando, al final, otro orbital
distinto de los anteriores y por eso no podría llamarse más orbital atómico.
Así, cuando dos orbitales atómicos se combinan, el resultado final también será
un orbital, sin embargo no será ya un orbital atómico.
La TEV se debe a Linus Pauling. Más conocida como modelo de las
hibridaciones o de las orbitales hibridas, modelo muy utilizado en química
orgánica en donde las discusiones se dan en términos de los híbridos sp, sp2 o
sp3 del carbón en referencia. Linus Pauling amplía su teoría para aplicarla a los
compuestos de coordinación con iones de transición, es decir con participación
de las orbitales d en la hibridación, además de las s y p. En el caso de los
compuestos de coordinación la hibridación se hace con participación solo de las
“orbitales desocupadas” de menor energía, las LUMO. La TEV explica el
magnetismo y la geometría de los compuestos de coordinación.
Esta teoría fue inicialmente propuesta por Linus Pauling en 1933 para
explicar la dirección de los enlaces en los compuestos. La teoría está basada
en el postulado de que la fuerza de un enlace depende de la distribución
angular de las funciones orbitales involucradas.
Uno de los
hechos que llevó a postular esta teoría es que el Carbono, en vez de formar
tres enlaces a ángulos rectos y formar otro más débil, forma cuatro enlaces
equivalentes y dirigidos hacia los vértices de un tetraedro regular. De aquí se
deriva que los orbitales 2s y 2p del carbono no son usados directamente en la
formación de los enlaces.
Hibridación y Geometría molecular
Se habla
de hibridación cuando en un átomo se mezclan
varios orbitales atómicos para formar nuevos orbitales
híbridos. Los orbitales híbridos explican la forma en que se disponen los
electrones en la formación de los enlaces, dentro de la teoría del enlace
de valencia, y justifican la geometría las moléculas.
Orbitales
Los electrones de un átomo
presentan la tendencia a ubicarse en orbitales específicos alrededor del
núcleo, lo cual se enuncia en la ecuación de
Schrödinger. Los detalles sobre número y orientación de electrones
en cada orbital dependen de las propiedades energéticas descritas por los números cuánticos.
El primer orbital, el más cercano al núcleo es el
llamado 1s y solo puede ser ocupado por dos electrones. Con un
solo electrón (hidrógeno) y uno con dos
electrones (helio) ubican su(s) electrón(es) en este orbital.
Un átomo con 3 (litio)
y cuatro (berilio) electrones tendrá que ubicar el tercer y
cuarto electrón en el siguiente orbital, llamado 2s, el cual
también solo acepta dos electrones.
La geometría molecular o estructura
molecular se refiere a la disposición tridimensional de los átomos que constituyen una molécula. Determina muchas de las propiedades de
las moléculas, como son la reactividad, polaridad, fase, color, magnetismo, actividad biológica,
etc. Actualmente, el principal modelo de geometría molecular es la Teoría de Repulsión de Pares de Electrones de Valencia (TRePEV),
empleada internacionalmente por su gran predictibilidad. Las geometrías
moleculares se determinan mejor a temperaturas próximas al cero absoluto porque a temperaturas más
altas las moléculas presentarán un movimiento rotacional considerable. En el
estado sólido la geometría molecular puede ser medida por Difracción de rayos X.
Las geometrías se pueden calcular por procedimientos mecánico cuánticos ab
initio o por métodos semiempíricos de modelamiento molecular.
La posición de cada átomo se
determina por la naturaleza de los enlaces químicos con los que se conecta a
sus átomos vecinos. La geometría molecular puede describirse por las posiciones
de estos átomos en el espacio, mencionando la longitud de enlace de
dos átomos unidos, ángulo de enlace de
tres átomos conectados y ángulo de
torsión de tres enlaces consecutivos.
3.2.1.3
Teoría del Orbital Molecular
La Teoría de Orbitales
Moleculares (T.O.M.) es la segunda aproximación al estudio del enlace
covalente, y la más ampliamente empleada para explicar la estructura y la
geometría de muchos sólidos inorgánicos. El punto de partida consiste en asumir
que si los dos núcleos implicados en el enlace se ubican a la distancia de
equilibrio, los electrones se alojarán no en orbitales atómicos de cada
elemento, sino en orbitales moleculares, que son análogos a los atómicos, y que
presentan características similares, como se verá más adelante. Esta analogía
es de tal grado que al igual que ocurría con los átomos polielectrónicos, no es
posible resolver la ecuación de Schrödinger de forma exacta para la molécula, y
de nuevo hay que recurrir a métodos aproximados para conocer la forma de las
funciones de onda que representen los mencionados orbitales moleculares.
Uno de los métodos
más empleados es el que hace uso de las Combinaciones Lineales de Orbitales
Atómicos (CLOA). Esta aproximación puede entenderse de forma simple si se
piensa que cuando un electrón esté cerca de uno de los núcleos, es decir,
cuando esté “controlado” por un núcleo, su función de onda será muy similar a
la de un orbital atómico. Los orbitales moleculares de la molécula de H2 se
obtienen de forma aproximada mediante la combinación lineal de los orbitales
atómicos 1s de cada átomo de hidrógeno. Únicamente se pueden escribir dos
combinaciones lineales:
Ψ+ = cAφA +cBφB
Ψ- = cAφA – cBφB
Ψ- = cAφA – cBφB
3.3
Enlace iónico
La atracción
electrostática entre átomos de diferente carga eléctrica genera un tipo de
enlace conocido como enlace iónico. Es necesario que para que pueda darse dicho
enlace uno se los átomos pueda ceder electrones y por el contrario el otro
pueda ganar electrones, es decir, se produce la unión entre átomos que pasan a
ser cationes y aniones. Este tipo de enlace generalmente se produce entre un
elemento metálico (electropositivo) y elemento no metálico (electronegativo).
Un ejemplo típico de este tipo de enlace lo es el cristal
iónico cloruro de sodio (NaCl) sal común. En este enlace tiene lugar
la transferencia de un electrón del átomo de sodio al átomo de cloro, como se
observa a continuación:
De esta manera
forman dos iones de carga contraria: un catión (de carga positiva) y
un anión (de carga negativa). La diferencia entre las cargas de
los iones provoca entonces una fuerza de interacción
electromagnética entre los átomos que los mantiene unidos. El enlace
iónico es la unión en la que los elementos involucrados aceptarán o perderán
electrones.
En
una solución, los enlaces iónicos pueden romperse y se considera entonces
que los iones están disociados. Es por eso que una solución fisiológica de
cloruro de sodio y agua se marca como: Na+ + Cl-,
mientras que los cristales de cloruro de sodio se marcan: Na+Cl- o
simplemente NaCl.
3.3.1 Formación y propiedades de los compuestos iónicos
Las sustancias
iónicas están constituidas por iones ordenados en el retículo cristalino; las
fuerzas que mantienen esta ordenación son fuerzas de Coulomb, muy intensas.
Esto hace que las sustancias iónicas sean sólidos cristalinos con puntos de
fusión elevados. En efecto, para fundir un cristal iónico hay que deshacer la
red cristalina, separar los iones. El aporte de energía necesario para la
fusión, en forma de energía térmica, ha de igualar al de energía reticular, que
es la energía desprendida
en la formación de
un mol de compuesto iónico sólido a partir de los correspondientes iones en
estado gaseoso. Esto hace que haya una relación entre energía reticular y punto
de fusión, siendo éste tanto más elevado cuanto mayor es el valor de aquella.
Por otra parte, la
aparición de fuerzas repulsivas muy intensas cuando dos iones se aproximan a
distancias inferiores a la distancia reticular (distancia en la que quedan en
la red dos iones de signo contrario), hace que los cristales iónicos sean muy
poco compresibles. Hay sustancias cuyas moléculas, si bien son eléctricamente
neutras, mantienen una separación de cargas. Esto se debe a que no hay
coincidencia entre el centro de gravedad de las cargas positivas y el de las
negativas: la molécula es un dipolo, es decir, un conjunto de dos cargas
iguales en valor absoluto pero de distinto signo, separadas a una cierta
distancia. Los dipolos se caracterizan por su momento; producto del valor
absoluto de una de las cargas por la distancia que las separa. Un de estas sustancias
polares es, por ejemplo el agua.
Cuando un
compuesto iónico se introduce en un disolvente polar como el agua, los iones de
la superficie de cristal provocan a su alrededor una orientación de las
moléculas dipolares, que enfrentan hacia cada ion sus extremos con carga
opuesta a la del mismo. En este proceso de orientación se libera una energía
que, si supera a la energía reticular, arranca al ion de la red. Una vez
arrancado, el ion se rodea de moléculas de disolvente: queda solventado. Las
moléculas de disolvente alrededor de los iones se comportan como capas
protectoras que impiden la reagrupación de los mismos. Todo esto hace que, en
general, los compuestos iónicos sean solubles en disolventes polares, aunque
dependiendo siempre la solubilidad del valor de la energía reticular y del
momento dipolar del disolvente. Así, un compuesto como el NaCl, es muy soluble
en disolventes como el agua, y un compuesto como el sulfato de bario, con alta
energía reticular, no es soluble en los disolventes de momento dipolar muy
elevado.
3.3.2 Redes cristalinas
Redes cristalinas
La red cristalina
está formada por iones de signo opuesto, de manera que cada uno crea a su
alrededor un campo eléctrico que posibilita que estén rodeados de iones
contrarios. Los sólidos cristalinos mantienen sus iones prácticamente en
contacto mutuo, lo que explica que sean prácticamente incompresibles. Además,
estos iones no pueden moverse libremente, sino que se hallan dispuestos en
posiciones fijas distribuidas desordenadamente en el espacio formando retículos
cristalinos o redes espaciales.
Los cristalográfos
clasifican los retículos cristalinos en siete tipos de poliedros llama sistemas
cristalográficos.
En cada uno de
ellos iones pueden ocupar los vértices, los centros de las caras o el centro
del cuerpo de dichos poliedros. El más sencillo de éstos recibe el nombre de
celdilla unidad. Uno de los parámetros básicos de todo cristal es el llamado
índice de coordinación que podemos definir como el número de iones de un signo
que rodean a un ion de signo opuesto. Podrán existir, según los casos, índices
diferentes para el catión y para el anión. El índice de coordinación, así como
el tipo de estructura geométrica en que cristalice un compuesto iónico dependen
de dos factores:
• Tamaño de los
iones.
El valor del radio
de los iones marcará las distancias de equilibrio a que éstos se situarán entre
sí por simple cuestión de cabida en i espacio de la red.
• Carga de los
iones.
Se agruparán los
iones en la red de forma que se mantenga la electro neutralidad del cristal. La
mayor parte de los sólidos de la naturaleza son cristalinos lo que significa
que los átomos, moléculas o iones que los forman se disponen ordenados
geométricamente en el espacio. Esta estructura ordenada no se aprecia en muchos
casos a simple vista porque están formados por un conjunto de micro cristales
orientados de diferentes maneras formando una estructura poli cristalina,
aparentemente amorfa. Este "orden" se opone al desorden que se
manifiesta en los gases o líquidos. Cuando un mineral no presenta estructura
cristalina se denomina amorfo .La cristalografía es la ciencia que estudia las
formas y propiedades fisicoquímicas de la materia en estado cristalino.
3.3.2.1 Estructura redes cristalinas
La estructura
cristalina es la forma sólida de cómo se ordenan y
empaquetan los átomos, moléculas, o iones. Estos son empaquetados de
manera ordenada y con patrones de repetición que se extienden en las tres
dimensiones del espacio. La cristalografía es el estudio científico
de los cristales y su formación.
Estructura:
El estado
cristalino de la materia es el de mayor orden, es decir, donde las
correlaciones internas son mayores. Esto se refleja en sus propiedades antrópicas
y discontinuas. Suelen aparecer como entidades puras, homogéneas y
con formas geométricas definidas (hábito) cuando están bien formados. No
obstante, su morfología externa no es suficiente para evaluar la
denominada cristalinidad de un material.
Diferencia entre
vidrios y cristales:
Si nos fijamos con
detenimiento, en estos gráficos existe siempre una fracción de los mismos que
se repite. Asimismo,
los cristales, átomos, iones o moléculas se
empaquetan y dan lugar a motivos que se repiten del orden de
1 Ángstrom = 10-8 cm; a esta repetitividad,
en tres dimensiones, la denominamos red cristalina. El conjunto que
se repite, por translación ordenada, genera toda la red (todo el
cristal) y la denominamos unidad elemental o celda unidad.
En ocasiones la
repetitividad se rompe o no es exacta, y esto diferencia
los vidrios y los cristales, los vidrios generalmente se denominan
materiales amorfos (desordenados o poco ordenados).
No obstante,
la materia no es totalmente ordenada o desordenada
(cristalina o no cristalina) y nos encontramos una gradación continua
del orden en que está organizada esta materia (grados de cristalinidad), en
donde los extremos serían materiales con estructura atómica perfectamente
ordenada (cristalinos) y completamente desordenada (amorfos).
3.3.2.2 Energía reticular
La energía reticular, también conocida como energía de red, es
la energía que se necesita para poder separar de manera completa un mol de un
compuesto de tipo iónico en sus respectivos iones gaseosos. También se puede
decir que la energía reticular es la energía que se consigue a través
de la formación de un compuesto de tipo iónico partiendo siempre
de sus iones gaseosos.
Este tipo de energía muestra la estabilidad que tiene las redes
cristalinas, y viene medida como energía/mol, teniendo las mismas unidades de
medida que tiene la entalpía estándar (∆Hº), es decir KJ/mol, aunque de signo
opuesto.
La energía reticular es imposible de medir de forma directa, sin embargo,
conociendo la estructura y la composición que tenga el compuesto iónico que
queramos estudiar, podemos calcular o al menos aproximarnos a ella
mediante una ecuación que da el modelo iónico, basado en la Ley de
Coulomb, entre otras. También existe la posibilidad de calcular la energía
reticular de manera indirecta mediante los ciclos termodinámicos.
El modelo iónico es aquel que se encuentra formado por cationes y aniones a través de fuerzas electrostáticas, siempre que estemos hablando del estado sólido. Este caso concreto es válido solamente si existe bastante diferencia de electronegatividad entre los elementos que forman el compuesto.
En un sólido iónico, los electrones se encuentran localizados en los
correspondientes iones, estando bajo la influencia solamente de sus respectivos
núcleos. No hay deslocalización de los electrones como podría ocurrir en el
caso de los sólidos de tipo metálicos, ni siquiera hay compartición de
electrones como en el caso de los sólidos de tipo covalente. La localización de
los electrones tiene como consecuencia la no conducción de la corriente
eléctrica para los sólidos iónicos, pero si son aislantes.
La ecuación que viene tras aplicar dicho modelo es:
Uo = -( Na . A . Z^+ . Z^- .q^2 ) / 4πєo . do . ( 1-1/n)
La energía reticular se puede conocer de manera experimental indirectamente
a través de la aplicación de la ley de Hess (caso particular del primer
principio de la termodinámica). Cuando se usa este caso se conoce como ciclo de
Born-Haber, el cual consiste en examinar un ciclo termodinámico que es
resultado de considerar la energía que participa en la formación del compuesto
iónico de tipo sólido, así como también se puede explicar como la energía a
partir de los elementos que forman el compuesto estándar, o aquella que se
transfiere en la formación de los compuestos partiendo siempre de los elemento
que se encuentran en estado estándar pero siguiendo un camino distinto que está
formado por diferentes etapas:
1. En primer lugar el proceso de formación de los átomos que se
encuentran en estado gaseoso partiendo de los elementos siempre en su estado
estándar. En este paso por regla general se tiene en cuenta las energías que se
encuentran asociadas a la sublimación, y vaporización de los distintos
elementos que forman el compuesto, y por lo tanto dependerá del estado de
agregación en el que se encuentren cada uno de ellos.
2. En la segunda etapa tiene lugar la formación de iones
estables, los cuales se encuentran en el retículo iónico del
cual parten los elementos que se encuentran en estado gaseoso. En este paso se
encuentran implicadas la energía de ionización, así como la afinidad electrónica de los elementos
implicados.
3. En el tercer paso tiene lugar la formación de la red
cristalina partiendo de los iones gaseosos y estables. La
energía que se desprende cuando se forma un compuesto partiendo de un metal y
de un no metal.
gracias por el aporte
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